Cómo cuidar nuestra piel tras el verano
Una gran parte de la población adora el verano. No es de extrañar puesto que el sol, las vacaciones y la gastronomía de esta estación ayudan a que sea la predilecta. Sin embargo, el verano tiene su parte negativa por el hecho de que el sol hace estragos en nuestra piel y nuestro cabello. Con la llegada del otoño, es recomendable seguir una serie de cuidados para que ambas partes de nuestro cuerpo luzcan brillantes.
El cabello puede debilitarse y secarse más de la cuenta, mientras que la piel se reseca y pueden aparecer manchas en ella. Por ello, es imprescindible recuperar el aspecto lo antes posible para evitar futuros problemas de salud relacionados especialmente con la piel.
La ingesta de vitamina C es crucial para ello. Consumir kiwi, pimiento, tomate, limón o naranja y aceites derivados de omega 3, es muy recomendable. El omega 3, se puede encontrar en el aceite de oliva, el aguacate y en frutos secos.
Los dermatólogos advierten que la gente no debe olvidarse jamás de protegerse la piel aunque haya acabado el verano, puesto que hay que hidratarla. La piel tiene memoria y se debe cuidar todo el año. La nutrición también es aconsejable y la piel es muy agradecida, se conforma con poco y cuando falla necesita enormes cuidados. Una ayuda diaria hará que se prevengan gran cantidad de enfermedades y patologías posteriores que pueden llegar a ser graves.
En cuanto a los consejos para recuperar nuestra piel tras el verano destacan:
Nutrición: Debemos aportar minerales y proteínas a la piel, los aminoácidos necesarios, grasas o lípidos a través de una dieta sana y equilibrada, además de cremas.
Hidratación: Con la piel después del verano, debemos hidratarla bien, puesto que el sol la reseca y el agua de las piscinas aún más. La mejor forma es a través de cremas, que evitan que el agua de capas inferiores de la piel no se seque.
Antioxidantes/Vitaminas C y E: Para tener una piel muy cuidada hay que aportar antioxidantes. Tras el verano, las capas superficiales de la piel se oxidan por el contacto con el aire. Es muy sensible a los cambios atmosféricos debido a que la piel está más expuesta.
Proteger: Es sumamente importante. Debemos hacerlo durante todo el año, no solo cuando estamos en la playa tomando el sol, puesto que paseando y tomando algo también incide sobre nuestra piel. Especialmente los niños, adolescentes y mujeres en edad de menopausia, deben tener cuidado con la protección, ya que pueden salir manchas.
Además, deberemos cuidar los lunares. La piel tiene memoria y cualquier alteración puede pasarnos factura en el futuro y manifestarse en lesiones estéticas que pueden llegar a ser patologías. Entre los problemas que pueden aparecer en la piel tras el verano encontramos: brotes de dermatitis atópica, eccema por irritación por el cloro, manchas blancas en la piel por el agua de la piscina, hongos en la espalda o manchas hiperpigmentadas. Las más peligrosas sin duda, son las precancerosis o queratosis actínicas, unos granos rugosos con escamas en la superficie que podrían llegar a convertirse en cáncer si no se cogen a tiempo.
Por todo ello, más que por estética, debemos cuidarnos por salud. Cuidar nuestra piel está a nuestro alcance y nunca es tarde para empezar a hacerlo. Como decían nuestros abuelos: “La piel que cuidas a tus veinte, tendrás a los treinta”, por lo que comencemos a realizar numerosos tratamientos desde que somos jóvenes para obtener unos resultados óptimos y saludables.